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Y tras el Juicio Final, Action Comics se despide

El último libro del Nuevo Testamento es, probablemente, el más conocido ya no solo para quienes estén familiarizados con la Biblia o la teología, sino incluso para los menos versados en estas materias. Nos referimos al Apocalipsis, un texto que data de entre finales del siglo I y principios del II y cuya escritura se atribuye al apóstol San Juan. En sus controvertidas páginas repletas de numerología y profecías, encontramos conceptos que han trascendido en muchas ocasiones al cine, la televisión y otros medios –incluido el cómic–, casi siempre en un contexto catastrófico y poderosamente simbólico. El mejor ejemplo de la presencia del mensaje del Apocalipsis en el noveno arte sería Kingdom Come, la aclamada obra de Mark Waid y Alex Ross que mostraba un futuro cercano sojuzgado por violentos vigilantes que habían reemplazado a los héroes de siempre. La batalla entre estos autoproclamados héroes y los verdaderos campeones de antaño –liderados por Superman– es en sí toda una metáfora del Apocalipsis bíblico que culmina con una segunda oportunidad para la humanidad. 

Hacer ahora mención al Apocalipsis tiene un propósito claro. En su inquietante lectura, entre rotura de sellos, bestias guerreras y jinetes portadores de las peores calamidades conocidas por el hombre, los acontecimientos acaban desembocando en el fin del mundo. Un fin del mundo que en dichas páginas se interpreta bajo la clave de “Juicio Final”. 

A tenor de lo expuesto, parece que el nombre que Booster Gold usó para referirse a la criatura que asesinaría a Superman (ver La muerte de Superman), y con el que sería conocido desde aquel momento, no pudo ser más apropiado. Juicio Final aparecía como un ser irracional, una suerte de máquina biológica perfectamente diseñada para un único fin: la destrucción. Muchos personajes han puesto en serios apuros al Hombre de Acero durante todos estos años, pero solo la furia imparable de Juicio Final fue capaz de terminar con su vida. El misterio de su origen sería desvelado algo más tarde, en una miniserie que se desarrolló poco después de que Superman hubiera regresado de la muerte. Superman/Juicio Final: Cazador/Presa (historia incluida en el volumen recopilatorio Superman: Juicio Final) narraba el nacimiento de la criatura como un macabro y amoral experimento genético para crear al ser definitivo, alguien que terminaría absolutamente descontrolado. Por lo que, retomando la analogía bíblica, suena apropiado decir que el resultado de que aquel equipo científico jugase a ser Dios fue precisamente… Juicio Final. 

Después de varios regresos y de haberse ganado por derecho propio un lugar en el Olimpo de los supervillanos, para Juicio Final este volumen representa su última incursión dentro de la continuidad actual. ¿Habrá un lugar para él en el nuevo Universo DC? Todavía es una pregunta sin respuesta. Lo que sí es un hecho es que esta épica última victoria de Superman contra el monstruo que una vez lo mató supone hoy una auténtica catarsis. Porque no solo concluyen aquí los enfrentamientos entre el superhombre y su más salvaje oponente, sino que, tras más de 70 años de historia, también Action Comics ha llegado a su fin. O mejor deberíamos decir que pone el punto final, pasa página y comienza de nuevo desde cero. La próxima vez que veamos a Superman protagonizando su más mítica cabecera, lo que encontraremos será un nuevo origen desde las raíces del personaje. En ese regreso al estándar más primigenio de Superman radicará el principal atractivo de la nueva Action Comics. Recordemos que el debut del personaje se produjo en 1938, una época en la que la sociedad requería más de justicieros que de heroicos caballeros de brillante armadura, y desde luego aquel primer Superman carecía de los elevados valores morales de los que ha hecho gala la versión de nuestros días. Salía de noche, al amparo de la oscuridad. Y no era extraño verlo amenazar, insultar y golpear con violencia a los malhechores, criminales y abusadores a los que perseguía sin tregua, en un momento histórico en el que la sociedad y la corrupción habían creado sus propios “supervillanos”. No queremos decir con esto que el Hombre de Acero fuese malvado. Pero sí resulta apropiado adaptar un poco las palabras del Comisario Gordon (Gary Oldman) al final de la película El Caballero Oscuro y decir que aquel Superman “era el héroe que la sociedad se merecía, pero no el que necesitaba”. 

En consonancia con todo esto, los poderes de Superman al comienzo de sus aventuras en Action Comics eran mucho más básicos y físicos que los que llegaría a ostentar posteriormente. El Hombre de Acero, vestido con un atuendo de colores primarios y aspecto casi de forzudo de circo, demostraba tener el brío de cien hombres. Era capaz de correr más rápido que un tren. Su piel era impenetrable. Y podía saltar por encima de los edificios más altos de un solo brinco. Fantásticas habilidades que se atribuían a la avanzada evolución de las gentes de su planeta natal y a la liviana gravedad de nuestra Tierra, pero aún muy lejos de otros extraordinarios poderes que se le irían añadiendo progresivamente al tiempo que el personaje avanzaba. 

Por eso la premisa del próximo número 1 de Action Comics resulta tan interesante: porque nos dará la oportunidad de explorar cómo sería aquel bravucón Superman en nuestra sociedad actual. El guionista Grant Morrison y el dibujante Rags Morales nos mostrarán a un Hombre de Acero en el albor de sus tiempos, luchando ya con convicción por la verdad, la justicia y el estilo de vida americano, pero con una actitud mucho más cercana al estilo de los años 30. ¿Lo aceptará el mundo como un héroe o será considerado una amenaza? Lo sabremos pronto.  


Javier Olivares Tolosa
Artículo incluido en el volumen Superman: El reinado de Juicio Final