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The Sandman ∞: La muerte como renovación

Decía Steve Jobs, en una de sus más célebres apariciones públicas, que la muerte es probablemente el mejor invento de la vida, dado que esta funciona como un infalible sistema de renovación, descartando lo obsoleto en favor de la novedad, y abriendo así nuevos caminos en el desarrollo de la historia humana, manteniendo vivo un torrente infinito de ideas y generando así la energía necesaria para llevarlas a cabo. Esa visión de la muerte falta del temor habitual hacia el final de la vida, aceptándola como una parte integral de esta, coincide en buena medida con lo que Neil Gaiman se propuso hacer con Muerte, uno de los miembros de su propia versión de los Eternos. La Muerte de The Sandman no se corresponde en su plasmación gráfica con la archiconocida parca encapuchada de origen medieval, eternamente ataviada con su manto negro y armada con una guadaña. Del mismo modo, su personalidad tampoco coincide con esa fría figura esquelética y silenciosa, aunque bien es cierto que la finalidad de ambos entes es exactamente la misma: recoger las almas de aquellos que han fallecido. Y bien es sabido que todo aquel que vive acaba muriendo, sin excepción, aunque el interés nunca debe centrarse en ese hecho, sino en la forma que cada individuo tiene de afrontar el último paso que dará en su vida.

Esta versión de Muerte tiene el cuerpo de una joven atractiva y jovial, siempre dispuesta a dialogar con cualquier persona que le preste atención, algo que se ve favorecido por su cálido y embriagador carácter. Su aspecto trae a la memoria a cualquier joven gótica obsesionada con la muerte, como si ella misma hubiese decidido convertirse en una caricatura: ropa negra y ajustada, a veces con una chistera sobre la cabeza, otras con un paraguas, y siempre con un símbolo de la muerte egipcio, el ankh, colgado del cuello. Dada su condición de funcionaria del más allá, no hace distinciones entre jóvenes o ancianos, genios, mendigos, criminales, o suicidas: su interés y curiosidad por lo que todos y cada uno de ellos tengan que contarle en el momento de su muerte son genuinos. El entusiasmo a la hora de realizar su trabajo define su compromiso con su condición de Eterna tanto como su eficacia, siendo un rasgo de su personalidad tan marcado que incluso consiguió que su apático hermano Sueño recuperase el interés por su trabajo con solo observar a su hermana haciendo el suyo, en el memorable octavo número de The Sandman. Dos cosas quedaron claras a partir de ese momento: Muerte tenía potencial como personaje protagonista, más allá del marco de la serie principal, y sus historias siempre iban a tener un marcado tono vitalista, a pesar de lo presuntamente fúnebre que es el personaje.

Cuatro años después del lanzamiento de The Sandman llegó al fin la primera de las miniseries protagonizadas por Muerte, El alto coste de la vida (Death: The High Cost of Living, 1993), y en ella descubrimos su particular método para no perder la sensibilidad hacia los seres a los que constantemente está visitando en sus últimos momentos: cada 100 años se convierte en mortal por un día, viviendo como una humana más durante 24 horas, para finalmente expirar y volver a su mundo sin Sol. Sin ser una idea completamente novedosa, al haber sido esta la base argumental de la película La muerte de vacaciones (Death Takes a Holiday, 1934), Neil Gaiman consigue crear una de las lecturas más interesantes dentro de todo el material relacionado con The Sandman, gracias a una escritura detallista basada en los personajes y sus sentimientos más que en las situaciones que viven: un joven suicida que ha perdido todo interés en la vida y una anciana que quiere recuperar su corazón son los dos pilares en torno a los que merodean toda una serie de personajes a cuál más peculiar, en un mundo sombrío y sucio plasmado con maestría por un Chris Bachalo en su mejor momento. Sin embargo, a pesar de la oscuridad reinante en esa versión de Nueva York, Muerte siempre mantiene su optimismo, sea por el hecho de estar respirando aire como una persona o por el hecho de comerse un perrito caliente, inspirando a todos aquellos que se cruzan en su camino a ver su vida desde un nuevo punto de vista. El resultado es similar en su segunda y última incursión en solitario en el mundo del cómic, Lo mejor de tu vida (Death: The Time of your Life, 1996), en la que Muerte no cuenta con el protagonismo de la anterior miniserie –ese espacio está reservado para dos personajes de aquella que vuelven a encontrarse con la más poderosa de los Eternos–, pero sin embargo su influencia y su personalidad sí que impregnan la obra, dejando un regusto similar: la vida es el más preciado de nuestros bienes, y sería un crimen desperdiciarla en cosas que, a fin de cuentas, son irrelevantes en comparación al amor.

El tomo The Sandman: ∞ que ahora publica ECC Ediciones supone la edición definitiva de todo el material protagonizado por Muerte en solitario, incluyendo sus dos únicas miniseries, así como varias historias cortas y complementos que dan forma a un volumen imprescindible, una lectura que sin duda vigorizará el apetito vital del lector.


David Catalina