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 La Tribu Índigo, el ejército que canaliza la luz de la compasión, ha sido uno de los secretos mejor guardados de la franquicia de Green Lantern durante los últimos años. Desde que algunos de sus miembros aparecieran en un discreto segundo plano al final de La Guerra de los Sinestro Corps en una espectacular página doble de Ethan Van Sciver, sus apariciones han sido importantes pero escasas, por lo menos si las comparamos con las de otros Cuerpos del espectro emocional. Pero eso va a cambiar en esta entrega de Green Lantern y las inmediatamente posteriores, de ahí que dediquemos las próximas líneas a repasar la trayectoria de estos personajes.

Decía el propio Van Sciver que la Tribu Índigo era justo lo contrario de Larfleeze, el Orange Lantern. Para utilizar sus poderes, tenían que renunciar a todo deseo personal y dedicarse en cuerpo y alma a esa compasión que representan. En ese sentido, el dibujante tenía claro que el diseño debía ser lo más humilde posible, de ahí que su atuendo pareciera “hecho a mano”. El objetivo era que, más allá del color, se los reconociera de inmediato, a lo cual contribuyó el bastón que todos portan y que utilizan a modo de batería para recargar sus anillos. Es curioso que el báculo sea una evolución de la idea original de Van Sciver, que pretendía que los componentes de este ejército estuvieran hechos de madera o incluso de piedra. Y para aumentar la sensación tribal (no es ninguna casualidad que se llamen Tribu Índigo en vez de “Cuerpo de Índigo Lanterns”, por ejemplo), Geoff Johns sugirió a su colaborador que añadiera tatuajes y demás símbolos.

¿Y cuál era el objetivo de crear aquel grupo? Básicamente, debía ser uno de los bandos que participarían en la Guerra de la Luz que enfrentaría a todo el espectro emocional de cara a La noche más oscura, como hemos visto en los diferentes volúmenes de Green Lantern de Geoff Johns. No obstante, a medida que iban apareciendo los Red Lanterns, los Blue Lanterns y el Agente Orange, los lectores se quedaban poco a poco con las ganas de ver en acción a los representantes de la compasión. Su debut oficial se produjo en La noche más oscura: Relatos, una antología de relatos breves, el último de los cuales fue obra de Johns y de Rags Morales, actual dibujante principal de Superman. Allí, supimos que la Tribu Índigo tenía un inmenso poder cuando, en un planeta del sector espacial 3.544, se topaban con Sarolis, un Green Lantern moribundo que había sido víctima de uno de los Sinestro Corps. El halo de misterio que rodeaba a los recién llegados aumentaba gracias a aquel lenguaje áspero y críptico que utilizaban y que no contaba con ningún tipo de traducción. De hecho, ni siquiera el anillo de Sarolis era capaz de descifrarlo.

Huelga decir que, a aquellas alturas, con La noche más oscura a punto de estrenarse como uno de los eventos editoriales más esperados de la primera década del siglo XXI, el interés por la Tribu Índigo era cada vez mayor. Los lectores aún deberían esperar al tercer número de la miniserie central para ver en acción a dos de sus miembros, una mujer llamada Índigo 1 y un hombre que respondía al nombre de Munk. No tardaron en demostrar que eran capaces de hablar una lengua comprensible y que su poder consistía en reproducir el de otros Cuerpos del espectro emocional. También resultaron ser cruciales para el desarrollo de la trama, ya que fueron ellos quienes reunieron a los representantes de otros ejércitos para llevárselos al planeta Ryut en busca de la fuente de poder de los Black Lanterns, los zombis que habían invadido el universo entero.

A pesar de haber participado en la saga (Índigo 1 junto a Hal Jordan, y Munk como invitado especial en la serie Green Lantern Corps), todavía se sabía bien poco del origen de aquellos personajes. Habría que esperar al último capítulo de la propia La noche más oscura para obtener algún tipo de pista que, por otra parte, abrió más interrogantes al respecto. Se trataba del destino de Mano Negra, uno de los villanos de aquella historia, que terminó en manos de la Tribu Índigo y convertido en uno de sus miembros. Su estado, poco menos que catatónico, dejaba entrever que aquellos personajes eran una especie de esclavos que difícilmente ingresaban en la organización interestelar por voluntad propia. Además, durante el transcurso del evento, Índigo 1 había asegurado a Sinestro que, en su día, conoció a Abin Sur, el predecesor de Hal Jordan. Pero ¿habían sido amigos o enemigos? El misterio, como vemos, no hacía más que aumentar.
Durante un año, con motivo de El día más brillante y La Guerra de los Green Lanterns, la líder del grupo siguió apareciendo puntualmente, momentos que Johns aprovechaba para introducir alguna perla críptica que fomentaba la intriga en lugar de resolver dudas. Recordemos, por ejemplo, el momento en que Jordan se enteró de que Mano Negra formaba parte de la Tribu y creyó que le habían lavado el cerebro. Y no es de extrañar, porque el malhechor decía que se había curado y había renacido, ya que antes era una persona sin emociones. Y no olvidemos la visión del pasado que tuvo Sinestro. En ella, vio a la Índigo 1 de años atrás, la misma que afirmaba que su verdadero nombre era otro, metida en una cárcel por culpa de Abin Sur.

Una vez dicho todo lo anterior, seguro que a nadie le sorprende que los seguidores de Green Lantern y de la colección homónima anterior estén deseosos de conocer toda la verdad sobre este ejército de la compasión. Johns ha conseguido mantener la intriga durante mucho tiempo, tal vez con vistas a tener margen para desarrollar a los representantes de los demás “colores” que han ido surgiendo durante los últimos años. Y justo ahora que Hal Jordan ya no tiene anillo verde y que Sinestro vuelve a lucirlo a su pesar, ambos se van a sumergir en una trama que los conducirá al otro lado del universo, concretamente a un mundo donde todos obtendremos las respuestas que estábamos esperando. Y como es habitual, Johns y Doug Mahnke no nos van a dar ni un momento de respiro mientras nos sorprenden página tras página.

Fran San Rafael