Tokio día a día es la obra más reciente de Taiyô Matsumoto, un creador extraordinario que ha conseguido labrarse una gran trayectoria en el manga. Toda una rara avis que busca contar relatos humanos con atención a los detalles de la vida diaria. Y precisamente en eso consiste Tokio día a día: en la rutina de un editor de manga y en las adversidades que tiene que afrontar. Es la creación de un autor que destaca por su sensibilidad a la hora de plasmar la melancolía y la nostalgia. Desafía las convenciones y es inclasificable. Un gran observador, capaz de convertir en extraordinario aquello que, a ojos de cualquiera, es mundano. Y eso se demuestra también en otros de sus trabajos presentes en el catálogo de ECC que, aprovechando el reciente lanzamiento de Tokio día a día, queremos repasar con vosotros.
De entre todos ellos, Sunny brilla con una luz muy especial. Esta obra semiautobiográfica combina realidad y ficción, lo lírico con lo ordinario. Inspirándose en su infancia en una casa de acogida, Matsumoto consigue idealizar esa fase vital, pero sin ser empalagoso. También se preocupó en mostrar la cara menos amable del tema, aunque sin retratarlo como la mayor desgracia del mundo. Tal y como explicaba en declaraciones recogidas por Guernicamag: “No sé por qué me sentí obligado a escribir esto, pero era importante hacerlo. Tenía que asumir el desafío... Estoy seguro de que los niños que son criados por sus padres tienen sus propios problemas y no diría que crecí teniendo mala suerte. (…) Eso es lo que quería transmitir.”.
Sunny respira mucha verdad y tiene una sucesión de situaciones tan universales que cualquiera puede verse identificado: el paso a la adolescencia, los juegos, las amistades que son para siempre, la imaginación como recurso salvador, las discusiones con los superiores, los castigos por hacer novillos, el chulito de la clase que finalmente es el más sensible, la influencia de la cultura, los primeros amores, el descubrimiento del mundo y de uno mismo… Consigue que veas las cosas como cuando eras pequeño, cuando todo era nuevo. En definitiva, un manga tan humano y sincero que consigue emocionar y que mira la nostalgia de una forma realista. Se trata de mostrar las cosas tal y como fueron, sin representar un pasado que nunca existió. Y esa es la fuerza de su obra: tiene una gran honestidad que rompe fronteras.
Otra cosa que diferencia y hace único a este autor es que tiene un estilo híbrido que sorprende a propios y extraños. Tal vez se deba a que Matsumoto ha pasado parte de su vida fuera de Japón, donde ha recogido influencias de maestros occidentales como Miguelanxo Prado o Moebius. Se puede comprobar en Los gatos del Louvre, desarrollado en colaboración con el museo parisino; o en Tekkon Kinkreet, la historia de dos niños huérfanos que le sirvió para ganar su primer premio Eisner. Entre medias, no ha dejado de tener éxitos, como Ping Pong, centrándose en exhibir ese deporte y su espíritu competitivo. Muestras de un artista brillante que recuerda algo tan obvio que se tiende a olvidar: lo mágica que es la vida.
Texto: Pedro de Mercader.