Eccediciones
searchclose

Mansión Arkham

Cuando en las páginas de Batman eterno núm. 8 el Asilo Arkham fue reducido a un montón de escombros y recuerdos diseminados a lo largo de cientos de cómics, un puñado
de películas y otros tantos videojuegos, se escenificó un acontecimiento que inevitablemente repercutiría en el resto del Universo DC. Ray Fawkes, integrante del equipo de guionistas de la serie coral, no tardó en afirmar que Gotham sufriría las consecuencias de semejante suceso, señalando que “todos los prisioneros criminal o violentamente perturbados de la ciudad han fallecido, desaparecido, quedado lisiados o liberados durante el transcurso de una misma noche”. Y no dejó pasar la oportunidad de recomendar a los lectores que prestaran atención a la nueva hornada de colecciones publicadas por la editorial, siendo Mansión Arkham: Un hogar para criminales dementes la serie limitada destinada a analizar el statu quo resultante.

El origen de este proyecto hunde sus raíces en una conversación entre Scott Snyder y el editor Mark Doyle con el guionista Gerry Duggan, durante la cual a este último le pusieron al corriente del siniestro destino tramado para el Asilo Arkham. Conforme avanzaba el relato de sus contertulios, Duggan comenzó a tomar conciencia de lo interesante que podría ser explorar el destino de los huéspedes forzosos del hospital psiquiátrico, dando con un planteamiento plausible: “El asilo original se abrió en la mansión de Amadeus Arkham, y la historia tiende a repetirse. Bruce Wayne está dispuesto a dar su vida por Gotham, así que compartir su casa para proteger a los ciudadanos parece una solución obvia”.

Lector incondicional del Caballero Oscuro y admirador de clásicos como Asilo Arkham o Batman: La broma asesina, Duggan preparó una propuesta que combinaba elementos propios del género de terror y de los thrillers psicológicos, orquestando una mascarada en la que Bruce Wayne ampliaba su repertorio de identidades falsas para —a lo “Cerillas” Malone— convertirse en Jack Shaw, veterano del ejército sin techo y con problemas mentales. Infiltrado a plena vista en la recién inaugurada Mansión Arkham, Batman podría investigar una serie de asesinatos cometidos en la ciudad y observar a sus enemigos desde una perspectiva diferente. Una propuesta atractiva que no tardó en recibir aprobación editorial. Pero por su tono y ambición, la historia requería a un dibujante de plena confianza que supiera interpretar sus claves. Y, deseoso de reencontrarse con su amigo Shawn Crystal, con quien ya había colaborado en Masacre, Duggan le ofreció formar parte del equipo creativo. La respuesta fue la propia de alguien que llevaba “años y años deseando dibujar a Batman”, consciente de que la irrechazable oferta no podría haber llegado en un momento mejor: “Estaba experimentando con un estilo de dibujo más suelto y crudo, algo que bullía en mi interior a raíz de trabajos previos que me parecieron tan limpios y precisos que daban la impresión de ser demasiado fríos. Batman llegó en el momento adecuado para que este nuevo estilo evolucionara y creciera”.

Con la sensación de estar realizando una valiosa aportación al canon de Batman, el equipo creativo ideó a nuevos personaje y jugó con la mitología del Mejor Detective del Mundo para dar forma a una obra cuyo tono “no está demasiado lejos de La broma asesina. Es oscura, cautivadora y cruda”. Promesas que invitan al lector a pasar esta página para adentrarse en la nueva sede del hospital psiquiátrico para criminales dementes, cuyas paredes encierran más de una sorpresa... y algún que otro misterio.

David Fernández

Artículo originalmente publicado en las páginas de Batman: Mansión Arkham.