Eccediciones
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La verdad está aquí dentro

Desde que el escritor británico H.G. Wells fabuló en su novela La Guerra de los Mundos la conquista de nuestro planeta por una raza de criaturas procedente de Marte, los extraterrestres han colonizado el imaginario occidental a través de libros, películas, emisiones de radio y programas de televisión. Los cómics también han contribuido a extender esta fama mediante la presencia en sus páginas de creaciones tan populares como Superman o Silver Surfer, y de universos tan fascinantes como el Mongo de Alex Raymond, el Apokolips de Jack Kirby o el mundo desértico y montañoso del Arzach de Moebius. La penúltima contribución de la historieta a la expansión alienígena data de mayo de 2012. Se trata de Saucer Country, una espléndida serie de intriga escrita por el británico Paul Cornell (1967) y dibujada por el estadounidense Ryan Kelly (1976).

Kelly se formó como dibujante bajo la tutela de Peter Gross y, hasta la fecha, ha prodigado su estilo moderno y atractivo en títulos de la línea Vertigo como Los libros de la magia, American Virgin, DMZ o Northlanders. Por su parte, Cornell -auténtico motor de la obra- es un escritor fecundo y polifacético que ha cultivado con éxito la novela y el ensayo. No obstante, la faceta más conocida de su trabajo es la escritura de guiones de historieta y de televisión. En el campo de la ficción televisiva, ha contribuido a renovar una cabecera tan añeja como Doctor Who. En el de los tebeos, se ha convertido en una firma muy solicitada desde que escribió la serie Wisdom para Marvel Comics allá por 2006 (aunque ya había realizado alguna historieta breve a principios de los noventa para publicaciones como Judge Dredd Megazine). Entre su producción destacan títulos como Captain Britain and MI:13, Knight & Squire y el reciente Demon Knights. En resumen (y como demuestran sus respectivas trayectorias), Paul Cornell y Ryan Kelly han alcanzado la madurez necesaria para emprender un proyecto ambicioso y personal. El resultado es Saucer Country.

¿De qué trata la obra? A grandes rasgos, cuenta la carrera de Arcadia Alvarado, gobernadora demócrata del estado de Nuevo México, por alcanzar la presidencia de Estados Unidos. A simple vista, el argumento responde más a la imaginación de un analista político que a la inspiración de un guionista de historieta. Sin embargo, Cornell introduce un elemento que dinamiza la trama y convierte el título en una lectura inquietante y cautivadora: la gobernadora Alvarado tiene un recuerdo confuso, pero muy persistente, de haber sido abducida por una raza extraterrestre; este (supuesto) acontecimiento trastoca la vida de la mandataria demócrata y la espolea en su propósito de alcanzar el sillón presidencial para, una vez instalada en la Casa Blanca, combatir a los alienígenas desde una posición de poder. Así empieza una historia donde las alusiones, insinuaciones, intrigas y sospechas ponen constantemente en entredicho lo narrado y, desde luego, arrojan serias dudas sobre la credibilidad (y la cordura) de muchos de los protagonistas.

¿Cómo consigue Cornell que los recuerdos brumosos de una candidata presidencial y las divagaciones de varios aficionados a la ufología produzcan el efecto de una realidad plausible en el ánimo del lector? En primer lugar, adoptando el punto de vista de las figuras cuya vivencia resulta más controvertida. Es decir, el público ve y oye lo mismo que Arcadia Alvarado, que su exmarido Michael o que el profesor Joshua Kidd. Sin embargo, una sombra de duda planea siempre sobre las percepciones de estos personajes. Me explico: podemos certificar que el profesor Kidd se comunica telepáticamente con una pareja a la que solo él puede ver, pero no que sus interlocutores sean algo más que una fantasía o la manifestación de una neurosis; ni siquiera, en el caso de que dicha pareja exista, podemos precisar su verdadera naturaleza. Pero la acumulación de dudas e inconcreciones produce un efecto estimulante en el lector, pues inflama su curiosidad y lo conduce a un estado de conciencia en el que no se pregunta por la credibilidad de los sucesos descritos, sino por la verdad íntima que esas descripciones parecen estar disfrazando.

En este sentido, un clima de desconfianza, conspiración y paranoia se instala en Saucer Country. Es el segundo de los recursos que Cornell emplea para que su historia resulte creíble y satisfactoria. Por un lado, esa vaga inquietud que flota en el aire remite a una larga tradición de obras sobre incursiones alienígenas, desde la novela La invasión de los ladrones de cuerpos de Jack Finney a la serie televisiva Expediente X. Por otro, esa atmósfera enrarecida modifica la percepción que los protagonistas tienen sobre su propia realidad y los sumerge gradualmente en un mundo secreto, de miedo y pesadilla, que discurre paralelo al del resto de los mortales.

El tercer recurso para dotar de credibilidad a lo narrado consiste introducir dos personajes de mentalidad aparentemente escéptica: el jefe de gabinete Harry Brooks y la asesora política Chloe Saunders. De forma paulatina, estas dos almas pragmáticas empiezan a sentirse afectadas por las siniestras implicaciones que perciben en los relatos de sus compañeros. Esta circunstancia reverbera a su vez en la imaginación del lector, venciendo sus reservas a aceptar unos hechos que, por otra parte, concuerdan de forma milimétrica con los tópicos más vulgares sobre avistamientos y abducciones alienígenas (fenómenos que, por cierto, Cornell analiza sugestivamente en el magnífico episodio Guía de campo de platillos volantes).

A juzgar por el resultado, Paul Cornell y Ryan Kelly (sustituido puntualmente por artistas como Jimmy Broxton o David Lapham) han triunfado en toda regla en su propósito de construir una realidad creíble con los clichés más trillados. Saucer Country es un relato apasionante que se lee con avidez por el suspense que genera y las sorpresas que reserva. Abre bien los ojos, lector. La verdad está aquí dentro.

Jorge García