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La consolidación de Namibia

El guionista francés Rodolphe y el dibujante brasileño Leo concluyeron en 2008 el último de los cinco álbumes que componían la serie Kenia. Del éxito de esta obra dan cuenta las más de 100.000 copias vendidas en Francia. El triunfo comercial, la insistencia de la editorial Dargaud y la armonía reinante en el equipo creativo dio como resultado un nuevo ciclo de cinco álbumes cuyo objetivo era ampliar el universo narrativo de esta memorable saga de fantasía y ciencia ficción. El proyecto recibió el nombre de Namibia y comenzó a publicarse en 2010. En el proceso, el equipo creativo sufrió una ligera variación: Leo cedió los lápices al artista belga Bertrand Marchal y pasó a compartir con Rodolphe las labores de escritura de guion. No obstante, el nuevo ciclo mantuvo las constantes del volumen anterior.

Namibia —y Kenia, por extensión— es una de esas series francesas de aventura clásica disfrazadas de suspense, fantasía y ciencia ficción (siguiendo la tradición de Valérian de Pierre Christin y Jean Claude Mézières). La acción se desplaza con agilidad de un escenario a otro. Y la intriga sufre giros constantes que mantienen en vilo al lector, obligándolo a saltar páginas para descubrir los misterios que le esperan 15 ó 20 páginas más adelante. Paradójicamente, Rodolphe es un escritor reposado que suele tomarse su tiempo a la hora de caracterizar a sus personajes. Y Leo es digno discípulo de su compañero en tanto que sus historietas se definen por la creación de un ritmo pausado, minucioso y acorde a la estética de sus dibujos. Al respecto, el brasileño había demostrado sus virtudes como guionista en la serie Aldebarán (de la que ECC ha publicado el último ciclo, titulado Antares). Su trabajo en Namibia certificó su habilidad como narrador de relatos de suspense.

A grandes rasgos, el suspense es un efecto narrativo que se genera demorando artificialmente el resultado de una acción (por ejemplo, la explosión de una bomba o la apertura de una caja fuerte). Esta demora artificial manipula las expectativas del público, que cae en un estado de gozosa anticipación tratando de adivinar lo que va a suceder a continuación. No se trata, evidentemente, de un recurso original. Pero Leo y Rodolphe lo emplean con soltura en Namibia, sembrando la trama de enigmas cuya resolución definitiva se demora, en algunos casos, hasta la quinta entrega, espoleando con ello la curiosidad y la imaginación de los lectores.

La protagonista indiscutible de Namibia (como de Kenia) es la agente del servicio de espionaje británico Kathy Austin. Esta figura rotunda demuestra el interés de Leo por crear personajes femeninos fuertes e independientes que reproduzcan el estereotipo de “mujer guerrera” que tan buenos frutos ha dado en el mundo de la ficción popular (con representantes tan eximias como Wonder Woman, Red Sonja o la cosmonauta Ripley de la saga cinematográfica Alien). El historietista brasileño y el guionista francés incorporan algunos matices al perfil de la espía para conferirle individualidad, complejidad y espesor psicológico. A su alrededor se alza un mundo fascinante, articulado y coherente donde se insinúa el nuevo orden político surgido tras la Segunda Guerra Mundial, con su polarización en dos grandes esferas de influencia (la soviética y la estadounidense). Pero a medida que avanza la trama, surgen elementos fantásticos que trascienden esta dicotomía entre bloques antagónicos propia de la Guerra Fría. Por expresarlo en términos literarios, Namibia pasa del terreno de las películas de James Bond al de Encuentros en la tercera fase de Steven Spielberg.

Sin embargo, Leo —ocupado en desarrollar la monumental Aldebarán— carecía del tiempo necesario para plasmar en imágenes un mundo donde la frontera entre realidad y fantasía es tan difusa. Para reemplazarlo, Rodolphe propuso a Bertrand Marchal, dibujante con el que había colaborado en una serie titulada Frontiére (que, precisamente, jugaba a romper los límites entre lo real y lo imaginario). En Namibia, Marchal —seguidor de la escuela de Jacques Martin— firma un trabajo impecable y respetuoso con la herencia gráfica de Kenia. El resultado es tan satisfactorio que, según parece, el belga se encargará también de dibujar Amazonia, tercer ciclo de álbumes de esta saga, cuyo lanzamiento está previsto para este 2016.

Namibia es, por tanto, una obra de consolidación. Sus páginas amplían el universo narrativo creado en Kenia, ensanchan sus fronteras e imprimen a sus protagonistas nuevas señas de identidad. Con este título, Rodolphe vuelve a demostrar su condición de hábil especialista en el arte del guion (¡con más de 150 álbumes a sus espaldas!). Por su parte, Leo se afirma en ese mismo terreno como una de las voces más poderosas y originales en el campo de la fantasía y de la ciencia ficción. Y Marchal demuestra su habilidad para el detalle, el suspense y la claridad narrativa en un cómic destinado al gran público que, sin embargo, es capaz de superar el cedazo del más exigente de los lectores.

Jorge García

Artículo publicado originalmente en las páginas de Namibia ¡Ya disponible en vuestro punto de venta habitual!

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