¿Por qué se dice aquello de que en la vida hay que plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo? Porque ante la certeza de la muerte, buscamos permanecer en este mundo a través de nuestros actos. Alimentamos nuestra paz de espíritu con el hecho de saber que algo nos sucederá. Que cuando nos hayamos ido quedará algo después.  Un recuerdo, un legado, una herencia. Algo. Cualquier cosa que deje en el mundo que nos vio crecer una porción de nosotros.

Por eso la nueva amenaza que se cierne sobre la Liga de la Justicia Oscura es la más peligrosa y cruel a la que se han enfrentado jamás. Anteriores enemigos buscaban su destrucción o hacerse con el control de la magia. Solo eso. A nadie le agrada la idea de morir, pero incluso en ese escenario fatal queda el consuelo de que habrá otros héroes que mantendrán vivo tu legado y continuarán aquello que empezaste. Incluso si el villano tiene éxito y se erige en amo del mundo quedarán justicieros, quedará magia, quedará un mundo que reclamar. Quedará algo.

Este nuevo enemigo amenaza con borrarlo todo y es lo bastante despiadado como para llevar su tarea a cabo. No se conformará con acabar con los miembros de la Liga de la Justicia Oscura o con reclamar una parcela de poder. Busca destruir la magia tal y como la conocemos. Extinguirla. No se trata solo de un peligro para los héroes: es un peligro para lo que representan, para la fantasía. Si quieren que en la fría realidad brille siempre la llama de lo desconocido y lo impredecible, no pueden permitirse fallar. En esta ocasión, si el mal prevalece, no habrá esperanza porque no habrá nada que recuperar: habrá sido borrado para siempre.

Alberto Morán Roa

Artículo originalmente publicado como introducción de Liga de la Justicia Oscura núm. 5.