Durante las dos últimas décadas, Marcello Quintanilha se ha convertido en uno de los grandes referentes del cómic sudamericano, cuyo talento ha traspasado fronteras y conquistado a la crítica internacional. Tungsteno, ahora recuperado por ECC, es uno de sus trabajos más celebrados: un thriller preciso como un mecanismo de relojería, que combina impactantes secuencias de acción con profundidad emocional y crítica social. Todo un tour de force, reconocido con múltiples premios y nominaciones.
Casi una década después de su publicación original, Tungsteno se reedita en España. ¿Qué sentimientos te produce esta noticia? ¿Crees que la obra sigue vigente, o que puede incluso dar pie a nuevas lecturas de lo que plantea?
Es una noticia fantástica. En cuanto a la perennidad de la obra, creo que su desvinculación de las corrientes estéticas imperantes en el momento de su producción la sitúa en un terreno singular como testigo de una serie de relaciones socio institucionales que desembocaron en las circunstancias políticas que experimentamos desde los últimos tiempos en Brasil en particular y en el resto del mundo en general, con el resurgimiento del discurso de extrema derecha y la precariedad del trabajo llevada a cada vez más individuos. Es inevitable pensar que una nueva lectura determinada por el distanciamiento histórico demuestra la necesidad de comprender, asimilar y dar respuestas adecuadas al conjunto de demandas provenientes de una porción de la población que se siente marginada de los beneficios de la democracia, encarnada en la figura de Seu Ney, caricatura del militarismo estéril en 2014, agente de transformación con tendencias extremistas en 2023.
En tus obras hemos viajado a diferentes puntos de Brasil. Desde el alto standing de Niterói en Talco de vidrio hasta las favelas de la reciente Escucha, hermosa Márcia. Tungsteno nos lleva a un punto intermedio en Salvador de Bahía. ¿Cómo la elegiste?
Salvador se impuso como escenario desde el principio. Tener la oportunidad de conocer la ciudad como lo hice, luego de que la editorial Casa 21 me invitara a producir un libro sobre ella [Salvador, publicado en 2005, mezcla de ilustración y prosa], marcó mi vida y mi obra para siempre. Recorrí la ciudad durante dos semanas, fotografiando, hablando con la gente, leyendo, escuchando, comiendo. Las docenas de entrevistas que hice a personas que amablemente cedieron parte de su tiempo para que yo entrara en su vida diaria rindió kilómetros de cintas que, junto al gigantesco banco de imágenes, fueron la base de un trabajo que se extendió mucho más allá de su previsión original y en varias ocasiones volví a abordar la vida en la ciudad y en su entorno metropolitano en otras historias. Este es mi tributo a una ciudad donde todavía es muy notoria toda esta fuente de influencias de diferentes orígenes que se unieron para dar forma a la cultura brasileña tal y como la conocemos hoy.
Al contrario que en las otras dos obras, que van de la blancura indefinida a una paleta de colores antirrealista, en el blanco y negro de Tungsteno las tonalidades de piel son evidentes. Así, ¿qué decisiones tomaste para determinar el estatus de cada personaje?
La sociedad brasileña presenta una gradación infinita de tonos de piel, que siempre me ha parecido fascinante y me esfuerzo constantemente por encontrar la mejor manera de traducir esta diversidad en tramas de impresión. Sobre todo, me interesa cuestionar el lugar tradicionalmente reservado a los estereotipos sociales en la historieta brasileña, lo que representó una dura batalla por la asimilación de otras formas de representar el medio ambiente que conocí allí de primera mano, al inicio de mi carrera, porque era sumamente difícil para las editoriales de entonces abrirse a posibilidades fuera de los parámetros que brindan los principales centros de distribución industrial de cómics, que en aquella época especialmente eran Estados Unidos, Japón y Francia, en menor medida, aunque hoy esta relación haya cambiado bastante, y apostar por propuestas centradas en la la clase obrera como inspiración ineludible y por la subversión del protagonismo que recae, según mi perspectiva, sobre los individuos provenientes de ella.
En 2016, Tungsteno ganó el premio a Mejor Polar del Festival de Angoulême. Sin embargo, la obra no es un polar al uso. ¿Estás de acuerdo con esta definición? ¿Buscabas algún rasgo del género en tu planteamiento o tomó forma por el camino?
Debe tenerse en cuenta que el concepto "polar" tiene un alcance mucho más amplio en la cultura francesa, que abarca varios géneros, como el policíaco, pero también el thriller y el suspenso, a veces incluso el terror. Por eso, considero perfectamente adecuado que Tungsteno encaje en la categoría "polar", ya que, como narrativa, también engloba varios de los géneros mencionados, asociados a la comedia costumbrista, hito fundacional de la historieta en Brasil, y la crítica social, otra tradición del arte gráfico brasileño, consagrada en la prensa desde el siglo XIX. Nunca busco un rasgo de género específico, aunque todos ellos pueden surgir en mis historias, precisamente porque la vida cotidiana misma está sujeta a todas las facetas de las relaciones humanas identificadas con los “géneros" artísticos, principalmente el surrealismo en el caso de la política.
Frente a Escucha, hermosa Márcia, cuyos acontecimientos se precipitan hacia delante, en Talco de vidrio y Tungsteno, el tiempo se enmaraña en perspectivas y reflexiones. ¿Podrías explicarnos tu tren de pensamiento tras estas decisiones?
Me resulta difícil definir los caminos narrativos explorados en mis obras como decisiones personales, ya que interfiero muy poco en las elecciones de los personajes, quienes son los verdaderos responsables de determinar cómo se debe contar la historia. La profundización en sus personalidades, en su psicología, en sus sistemas de creencias, así como en su moral, encaminan el relato hacia una u otra perspectiva, hacia u otro sistema, por así decirlo, lo que nos pone, quizás, frente a la antítesis del propio sistema como concepto, porque este necesita ser reinventado como proceso a cada nueva obra, necesita ser “resistematizado” con cada nuevo libro. Pero creo que solo puedo proceder de esa manera porque nunca me baso en técnicas narrativas predefinidas o convencionales. Me baso únicamente en los personajes. Creo en ellos. Nunca los juzgo. Nunca pongo sus acciones bajo escrutinio moral, nunca los ridiculizo. Los abrazo en todas sus potencialidades, en todas sus debilidades, insertos en la precariedad de la condición humana que nos une a todos. De esta manera, me anulo por completo. Los personajes toman las riendas. Me deshago de cualquier intencionalidad. Les dejo plantear sus necesidades como seres de razón. Ellos reclaman el marco temporal sobre el cual se revelarán a los lectores.
Además del tiempo, el espacio juega en Tungsteno un papel clave, con ese Forte de Nossa Senhora de Monte Serrat como núcleo de la historia. De hecho, sacas todo el jugo a su particular arquitectura y emplazamiento. ¿Cómo te planteas este escenario?
Toda la costa brasileña está custodiada por fuertes, construidos principalmente por los portugueses, pero también por los holandeses, que disputaron el control del territorio hasta el siglo XVII. Su arquitectura tosca, comprometida nada más que con la opresión, da testimonio de una cosmovisión que se instauró como motor del proceso de colonización, infinitamente más brutal e impersonal. No pretendo, sin embargo, renunciar a ningún aspecto que sea constitutivo de la estructura social actual en Brasil, y los fuertes son parte de esa memoria, aunque tan cruel y doloroso como sea. Los escenarios son personajes en sí mismos. Me fascina la posibilidad de que interactúen con los personajes de carne y hueso hasta el punto de que tomen papeles protagónicos como es el caso del fuerte de Nuestra Señora del Monte Serrat, que, por su carácter histórico, funciona como una especie de imán capaz de arrastrar hasta su vértice vidas incautas para ponerlas a prueba.
Emplear ese escenario recurrente contribuye a la creación de la atmósfera opresiva en la que están sumidos los personajes, pese a que casi todo transcurre en un espacio abierto al que volvemos. ¿Es algo buscado? ¿Iría de la mano con tu uso del tiempo?
Se trata de un despliegue natural del estado de ánimo experimentado por cada personaje. Es a partir de esta premisa que se construye la historia. Es, por lo tanto, algo que se busca como medio de sustentación de todas las aspiraciones de los personajes, sus necesidades como seres humanos exponiéndose, desnudándose ante los lectores, pero no se busca como un factor estructurante en sí mismo, ya que puede fácilmente ser dejado de lado por aquellos que realmente impulsan las historias.
Cuando se echa la vista atrás, es frecuente que un artista vea en las obras lo que habría hecho distinto en el presente. Pero, ¿qué hay del Marcello Quintanilha de Tungsteno que el Marcello de hoy haría exactamente igual?
Absolutamente todo, porque Marcello de Tungsteno es exactamente el mismo Marcello de hoy. El único Marcello que hay. No hay nada, ningún elemento presente en Tungsteno que hoy trataría de forma diferente, simplemente porque no relaciono mi obra con el principio de evolución técnica tal como se entiende popularmente, es decir, una idea a partir de la cual el factor de continuidad atribuye una dimensión de refinamiento y perfeccionamiento a un proceso artístico que lo condiciona a una escala cualitativa que va de menos a más según su aplicación en el tiempo. Nada más lejos de la verdad para mí. La independencia conceptual entre cada uno de mis álbumes los coloca en un terreno único. Con cada libro tengo que volver a aprender a hacer historietas, “resistematizar” mi método de trabajo, así que siempre tengo la sensación de empezar de cero. La referencia a una obra anterior muchas veces es inaplicable a la obra del momento, cristalizando un proceso continuo que nada tiene que ver con el concepto de evolución técnica, sino con la expansión de las posibilidades creativas y la completa anarquía del método y la rutina. Siendo así, libros que se publicaron primero no necesariamente se concibieron antes que otros que finalmente se publicaron más tarde. Talco de Vidrio se remonta a un período anterior de concepción en relación con el Tungsteno, y ambos son posteriores a la génesis de Luzes de Niterói, publicado en 2018 pero cuyos primeros esbozos datan de principios de la década de 2000, por ejemplo. ¿Dónde está el Marcello de antes, si no aquí mismo?
Y, concluyendo ya, ¿hay algo que eches de menos de aquel Marcello, a nivel artístico? ¿Algo que te gustaría recuperar de él?
No se puede recuperar lo que nunca dejaste ir.
Cuestionario: Ander Luque.
Entrevista: David Fernández.