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Batman: Enloquecidos

Desde su sonora irrupción en la industria del cómic estadounidense a principios de los años noventa, Garth Ennis (Belfast, Irlanda del Norte; 1970) demostró un escaso interés por los superhéroes, en beneficio de historias más cercanas al trasfondo cultural que le marcó como lector y espectador. Un cúmulo de referentes en el que destacan revistas de cómic británicas como 2000 AD, Battle o The Beano, tan importantes en la definición de su sentido del humor, aproximación a la acción y apego por el género bélico, y los westerns de John Wayne y Clint Eastwood, influencia básica reflejada en los códigos morales y de conducta que guían a sus personajes más recordados.

Crítico, inconformista y brutalmente honesto, Ennis no tiene reparos en admitir que encuentra la mayoría de las historias de superhéroes “carentes de sentido, lo cual
no quiere decir que crea que el género no tiene potencial. Pero mientras la industria esté orientada a satisfacer lo que los lectores demandan —a los personajes coloridos de siempre haciendo lo mismo una y otra vez—, no verás un crecimiento real”. Ello no obsta para que, de forma ocasional, este historietista norirlandés haya abordado el género, bien fuera respetando sus arquetipos o subvirtiéndolos para reforzar un mensaje crítico e incluso paródico. Y siendo el Caballero Oscuro uno de los personajes más icónicos del medio, Ennis no dudó en aprovechar la oportunidad de transitar las calles de Gotham City a través de las dos historias recopiladas en Batman: Enloquecidos.

La primera, que da título a este volumen, se publicó originalmente en Batman: Legends of the Dark Knight núms. 91 a 93 (1997). Se trata de un arco argumental escrito durante
la primavera y el verano de 1993 que tuvo que reposar en un cajón a la espera de que su compatriota Will Simpson finalizara Vamps, encargo previo del sello Vertigo. Viejos conocidos tras haber colaborado en las aventuras de John Constantine recopiladas en Hellblazer: Garth Ennis, en esta ocasión plantearon una trama que mezclaba temas
tan variados como la psicodelia, el tráfico de drogas y los traumas de guerra. Como antagonista, el Dr. Loco, malvado hippie creador de una versión mejorada de la dietilamida de ácido lisérgico llamada LSD2000.

La segunda, titulada “Hitman”, fue publicada en The Batman Chronicles núm. 4 (1996) y tuvo una génesis muy diferente. Entre 1993 y 1995, Ennis sucedió a Alan Grant como guionista de The Demon, con- tando con John McCrea —amigo personal y también irlandés— al frente del apartado gráfico. El equipo creativo aprovechó las páginas de The Demon Annual vol. 3 núm. 2 (1993) para presentar en sociedad a un personaje de creación propia llamado Tommy Monaghan: un exmarine del ejército norteamericano veterano de la Guerra del Golfo que ejercía como asesino a sueldo en el barrio irlandés de Gotham City. Dotado de telepatía y visión de rayos X, Monaghan se especializó en asuntos metahumanos y amenazas sobrenaturales, convirtiéndose en protagonista de una serie regular propia publicada entre 1996 y 2001. Las páginas que cierran este tomo hacen las veces de tie-in del crossover Contagio, detonante de una serie de eventos que determinaron el sino del Hombre Murciélago durante la segunda mitad de los años noventa: Legado, Cataclismo y Tierra de nadie (1996-1999). Y una vez más, quedaron de manifiesto las irreconciliables diferencias entre Batman y Hitman.

Las dos aventuras que ocupan las páginas precedentes fueron publicadas en el período más prolífico e inspirado de Garth Ennis. Con títulos como Hellblazer, The Demon, Hitman y Predicador —su gran obra maestra— en las estanterías, ya gozaba del favor de los lectores; pero también de una crítica que le nominó a los premios más prestigiosos de la industria. Rodeado de colaboradores de confianza, tuvo tiempo para convertir a Gotham City en su particular púlpito, desde el que predicó una aportación a la mitología del personaje ahora reivindicada en Batman: Enloquecidos.

David Fernández

Artículo publicado originalmente en las páginas de Batman: Enloquecidos.