La tortuga ninja Raphael se une a su mejor amigo, Casey Jones, en una historia de violencia y vendetta que vuelve a las librerías tras muchos años sin estar disponible. Goongala!
1. Tanto monta, monta tanto.
Raph y Casey; Casey y Raph. El quelonio más rudo y el vigilante de la máscara de hockey viviendo una aventura alejados de las tramas principales. En un inicio la miniserie iba a titularse Casey Jones y Raphael (se publicaron los dos primeros números así en el amparo de Mirage, antes de llegar a Image donde se publicó completa), en una directa declaración de intenciones. Cuatro números con el dúo como protagonistas demostrando lo bien que funcionan. Sais y bates de béisbol… ¡una combinación rompedora (de huesos y dientes)!
2. Máscara de barras y estrellas.
Antes de este cómic, la máscara de Casey era muy similar a la de Jason, el asesino de la saga Viernes 13, en un metajuego de los creadores de las tortugas hacia los lectores, para hacer creer que era un enemigo, el villano de la historia, cuando era un aliado en potencia. En estas páginas aparece una nueva versión, muy conocida desde entonces (tiene hasta una figura de acción con ella), que combina el azul, el blanco y el rojo con barras y estrellas.
3. Kevin Eastman desatado.
El cocreador de las Tortugas Ninja siempre ha tenido un cariño especial por Raphael y Casey, por su relación fraternal de amor/odio. En estas páginas decide desentrañar una parte de su vínculo en forma de “película” de acción frenética, al más puro estilo John Woo o Guy Ritchie. Él se encarga de desglosar la historia en esquemas, para después mandárselo al dibujante y que haga su magia de lápices y tinta.
4. Las brillantes deformidades de Simon Bisley.
El estilo del carismático dibujante británico es fácilmente reconocible y aquí no pasa desapercibido. Con personajes caricaturescos y añadidos surrealistas que descolocan al lector y le dan al conjunto un toque especial. Además, sus características deformidades físicas le van fenomenal a Raphael, al que hace más monstruoso que nunca. A Bisley se le percibe libre, divertido, con una puesta en página extrema al servicio de la acción por la acción.
5. Un caos narrativo lleno de sangre.
En Bodycount todo es posible. Hay una mezcla total en una historia que avanza sin control. Donde el aparente caos narrativo (que en el fondo es un caos controlado) ayuda al espectáculo de vísceras, disparos, peleas, laceraciones, chichones y mutilaciones. Es difícil llevar la cuenta de cuerpos en estas páginas. A Casey nunca le han gustado las armas de fuego, pero Raphael comienza aquí a utilizarlas… y no le va mal con ellas. Sangre, muerte, explosiones y más sangre. Esto no es las Tortugas Ninja al uso, pero está lleno de poder tortuga.
Texto: Diego Matos.