Eccediciones

¡La gran batalla!

¡Se acabó la espera! ¡Por fin ha llegado el tan anhelado cruce entre La Cosa del Pantano y Animal Man! Bienvenidos a Mundo Putrefacto, una aventura que pretende ser la culminación de un año de historias... ¡y mucho más! Mundo Putrefacto es un tebeo épico y apocalíptico que no tiene nada que envidiar a éxitos más recientes como La noche más oscura o Flashpoint. La saga que estáis a punto de leer no solo afecta a los campeones más oscuros del Nuevo Universo DC, en ella también participarán todos los héroes y villanos de este mundo –los que hayan sobrevivido al ataque de la Putrefacción, en todo caso– de una manera completamente inesperada. Preparaos para redescubrir el nUDC pero desde una perspectiva inusitada: desde el punto de vista de la corrupción, la muerte... ¡y la putrefacción!

Antes de empezar, es imprescindible saber cuál es la configuración de Mundo Putrefacto y cómo se publicará en la edición de ECC. Vamos a ello. El cruce entre La Cosa del Pantano y Animal Man abarcó una tercera serie en Estados Unidos: Frankenstein, agente de S.H.A.D.E. Sin embargo, estas tres cabeceras se enfrentaron a la conquista de la Putrefacción con historietas complementarias pero independientes entre ellas o, lo que es lo mismo, Alec Holland, Buddy Baker y Frankenstein lucharon contra un mismo y poderoso enemigo desde tres frentes de batalla bien diferenciados. Por este motivo, el primer volumen de Mundo Putrefacto incluye un prólogo de dos capítulos –que fue publicado en dos series diferentes– y la primera parte de los episodios de La Cosa del Pantano. No tendría sentido que se alternasen cronológicamente con los cómics de Animal Man porque el tomo perdería cualquier atisbo de coherencia. Las aventuras de Buddy Baker vendrán más adelante y se incluirán en esta misma cabecera. Las de Frankenstein también se harán esperar –no mucho– y se incluirán en un recopilatorio aparte titulado Frankenstein, agente de S.H.A.D.E.: La guerra de los monstruos. Y después de eso... ¿quién sabe? Puede que el nUDC no sobreviva...

Enrique Ríos