William Shakespeare dijo, a través de su obra Noche de Reyes, que la grandeza no ha de arredrar a quien la posee, pues hay hombres que nacen grandes, otros que la alcanzan por sus propios medios y otros a los que la grandeza les es impuesta. Cisco Ramón, un sencillo adolescente de Detroit, puede considerarse en la tercera categoría. La expresión “yo no pedí estos poderes” es un tópico dentro del universo superheroico: el del héroe a la fuerza, que llevaba una vida perfectamente normal hasta que cayó sobre él un don que nunca pidió. El caso de Cisco es todavía peor: no solo no quería ser un superhéroe, sino que la fuente de su poder es nada menos que uno de los boom tubos empleados por el ejército de Darkseid durante su invasión de la Tierra. Los angloparlantes tienen una expresión y es que si la vida te da limones, haz limonada con ellos. Pues bien, pese al dramático origen de sus superpoderes, Cisco está dispuesto a utilizarlos para que nadie más tenga que experimentar el drama que sufrió su familia durante la invasión del tirano galáctico.
Sin embargo, su camino no va a ser tan sencillo como enfundarse un traje, combatir villanos y llevarse la admiración de sus conciudadanos: sin comerlo ni beberlo, Vibe —nombre superheroico de nuestro protagonista— se va a ver inmerso en un mundo conflictivo del que apenas conoce una fracción, lleno de misterios encerrados bajo llave en ubicaciones clasificadas, donde el secretismo es absoluto y la obediencia, el estándar por el que se mide la actuación de un héroe. No es la primera vez que se explora que detrás de un héroe haya una mano que mece la cuna, moviendo los hilos en las sombras con propósitos que pueden ser igual de nobles que los del protagonista... o pueden albergar matices, generalmente más oscuros. Una buena historia a partir de esta premisa la encontramos en Siete Soldados de la Victoria, que analizó esta situación en uno de sus arcos argumentales y la dotó de un sorprendente giro, y es que por mucho que se haya utilizado, una premisa siempre deja espacio para introducir elementos novedosos en ella.
En el relanzado Universo DC, encontramos un caso similar en Stormwatch. Sin embargo, las diferencias entre ambas colecciones son grandes: Stormwatch adopta una perspectiva más aséptica, abrazando la ciencia ficción sin pudor para contar grandes historias de alienígenas, secretos soterrados en las entrañas del mundo y amenazas cósmicas que amenazan con destruir la Tierra. En Vibe vamos a adentrarnos en la otra cara de la moneda, en aquellos que protegen el planeta desde dentro empleando métodos expeditivos, guardando los secretos que no es conveniente que nadie sepa. Stormwatch mezcla misterios con más misterios para crear una atmósfera alienígena, lejana; Vibe nos lleva al realismo, empezando por el propio protagonista hasta la organización que lo apoya, dirigida no por superhéroes o por sociedades secretas, sino por seres humanos inflexibles, duchos en la política y con un flexible sistema de escrúpulos. En Vibe las amenazas del espacio exterior se combaten desde las calles.
En ese sentido, la colección evoca a su compañera Escuadrón Suicida, aunque con otro enfoque. Es precisamente ese cambio de perspectiva lo que nos va a llevar a empatizar todavía más con Cisco Ramón: en Escuadrón Suicida el elenco de personajes incluye a algunos de los más degenerados villanos del Universo DC, por lo que podemos poner más distancia emocional con ellos y no vernos tan afectados por las cosas horribles que les pasan. En Vibe, por el contrario, es un personaje muy humano el que se va a ver sumergido en este mundo peligroso e incierto. La pregunta que deberíamos hacernos tanto nosotros como él es: ¿será capaz de mantenerse íntegro, de conservar su esencia y su naturaleza, habiéndose visto empujado a un mundo en el que está legitimado enviar a un tiburón humanoide a cazar a un adolescente? ¿Cómo se desenvolverá en una organización que no duda en disparar a matar, para la cual todo elemento extraño es susceptible de convertirse en enemigo y todo enemigo ha de ser eliminado?
El viaje iniciático de Cisco Ramón comenzó en tragedia y lo conducirá a través de un periplo lleno de peligros, intrigas, situaciones y personajes en los que nada es lo que parece, donde ni los aliados son tan buenos como dicen ser ni los “malos” con tan malos como se le ha dicho. Definitivamente, Cisco Ramón no pidió sus poderes, pero va a tener que aprender a utilizarlos. Como también tendrá que aprender cuándo emplearlos y cuándo no, cuándo está legitimado utilizar el poder y cuándo su uso deviene en abuso, quién es realmente el enemigo y quién solo cometió un error por el que no merece tanto castigo, a ver debajo de las palabras y valorar a las personas por quiénes son debajo de sus máscaras. Lecciones duras que otros personajes tardan años en aprender y que Cisco deberá asimilar cuanto antes si quiere sobrevivir.
Alberto Morán Roa
Artículo originalmente publicado como introducción de Vibe: Un origen no tan secreto.

Sin embargo, su camino no va a ser tan sencillo como enfundarse un traje, combatir villanos y llevarse la admiración de sus conciudadanos: sin comerlo ni beberlo, Vibe —nombre superheroico de nuestro protagonista— se va a ver inmerso en un mundo conflictivo del que apenas conoce una fracción, lleno de misterios encerrados bajo llave en ubicaciones clasificadas, donde el secretismo es absoluto y la obediencia, el estándar por el que se mide la actuación de un héroe. No es la primera vez que se explora que detrás de un héroe haya una mano que mece la cuna, moviendo los hilos en las sombras con propósitos que pueden ser igual de nobles que los del protagonista... o pueden albergar matices, generalmente más oscuros. Una buena historia a partir de esta premisa la encontramos en Siete Soldados de la Victoria, que analizó esta situación en uno de sus arcos argumentales y la dotó de un sorprendente giro, y es que por mucho que se haya utilizado, una premisa siempre deja espacio para introducir elementos novedosos en ella.
En el relanzado Universo DC, encontramos un caso similar en Stormwatch. Sin embargo, las diferencias entre ambas colecciones son grandes: Stormwatch adopta una perspectiva más aséptica, abrazando la ciencia ficción sin pudor para contar grandes historias de alienígenas, secretos soterrados en las entrañas del mundo y amenazas cósmicas que amenazan con destruir la Tierra. En Vibe vamos a adentrarnos en la otra cara de la moneda, en aquellos que protegen el planeta desde dentro empleando métodos expeditivos, guardando los secretos que no es conveniente que nadie sepa. Stormwatch mezcla misterios con más misterios para crear una atmósfera alienígena, lejana; Vibe nos lleva al realismo, empezando por el propio protagonista hasta la organización que lo apoya, dirigida no por superhéroes o por sociedades secretas, sino por seres humanos inflexibles, duchos en la política y con un flexible sistema de escrúpulos. En Vibe las amenazas del espacio exterior se combaten desde las calles.
En ese sentido, la colección evoca a su compañera Escuadrón Suicida, aunque con otro enfoque. Es precisamente ese cambio de perspectiva lo que nos va a llevar a empatizar todavía más con Cisco Ramón: en Escuadrón Suicida el elenco de personajes incluye a algunos de los más degenerados villanos del Universo DC, por lo que podemos poner más distancia emocional con ellos y no vernos tan afectados por las cosas horribles que les pasan. En Vibe, por el contrario, es un personaje muy humano el que se va a ver sumergido en este mundo peligroso e incierto. La pregunta que deberíamos hacernos tanto nosotros como él es: ¿será capaz de mantenerse íntegro, de conservar su esencia y su naturaleza, habiéndose visto empujado a un mundo en el que está legitimado enviar a un tiburón humanoide a cazar a un adolescente? ¿Cómo se desenvolverá en una organización que no duda en disparar a matar, para la cual todo elemento extraño es susceptible de convertirse en enemigo y todo enemigo ha de ser eliminado?
El viaje iniciático de Cisco Ramón comenzó en tragedia y lo conducirá a través de un periplo lleno de peligros, intrigas, situaciones y personajes en los que nada es lo que parece, donde ni los aliados son tan buenos como dicen ser ni los “malos” con tan malos como se le ha dicho. Definitivamente, Cisco Ramón no pidió sus poderes, pero va a tener que aprender a utilizarlos. Como también tendrá que aprender cuándo emplearlos y cuándo no, cuándo está legitimado utilizar el poder y cuándo su uso deviene en abuso, quién es realmente el enemigo y quién solo cometió un error por el que no merece tanto castigo, a ver debajo de las palabras y valorar a las personas por quiénes son debajo de sus máscaras. Lecciones duras que otros personajes tardan años en aprender y que Cisco deberá asimilar cuanto antes si quiere sobrevivir.
Alberto Morán Roa
Artículo originalmente publicado como introducción de Vibe: Un origen no tan secreto.