Lord Ainz ha convocado a Sebas en la mansión del Reino para interrogarlo. El mayordomo de Nazarick tendrá que rendir cuentas ante el Ser Supremo por no haberlo avisado de que ha ayudado a la humana Tuare. Se le ofrece entonces un dilema: seguir la voz de su conciencia u obedecer a su amo como un perro. Mientras, la Princesa Dorada apura todos los preparativos para atacar las bases del Octodáctilo. Un ambicioso plan para el cual necesitará la ayuda de diversos agentes, entre los que están el misterioso marqués Raeven y las aguerridas Rosas Azules.