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El mago de Oz: Entrevista a Enrique Fernández

El historietista nos desvela los entresijos de su reinvención de la obra.

Una nueva versión de la creación más célebre de L. Frank Baum, El mago de Oz, acaba de estrenarse en Kodomo. El historietista español, en colaboración con el guionista David Chauvel, han dado forma a esta reinvención del clásico protagonizado por Dorothy y compañía. Puede que ya no estemos en Kansas, queridos lectores...

 

 

Cuéntanos, ¿cuál fue el germen de la obra?
Este libro fue mi entrada al mercado francobelga, y fue un proceso bastante rápido e inesperado. Estaba trabajando en la película El Cid junto a Toni Fejzula, que ya publicaba en ese mercado y necesitaba un colorista. Me ofrecí a hacerle una prueba para enviar a Delcourt, que era su editor. La prueba de color no funcionó, pero en ese mismo envío vieron muestras de otros trabajos míos de diseños de personajes e ilustraciones, y me ofrecieron hacer prueba de personajes para Oz, que ya estaba en marcha y les faltaba encontrar un dibujante que les encajara. Hice la prueba y en pocos días ya tenía la propuesta de contrato para firmar. ¡Todo fue tan rápido y agradable que apenas me di cuenta de la suerte que estaba teniendo!
 

En El mago de Oz has colaborado con el guionista David Chauvel. ¿Trabajaste sobre un guion completo previamente cerrado o fue un desarrollo compartido?
Desde el principio ya se pactó desde la editorial y por parte de David que se iba a respetar la obra original al máximo, y creo que el primer tomo ya estaba escrito cuando me hicieron la propuesta. Por otro lado, era mi primera obra para ese mercado, donde no tenía ninguna experiencia, y era mi segundo cómic después de Libertadores, donde cometí muchísimos fallos narrativos. Me sentía mucho más cómodo en ese momento teniendo a un autor experimentado al guion, que además fue muy amable durante todo el proceso, ayudándome y respetando mis decisiones técnicas en la parte gráfica. Todo el trabajo con David fue muy fluido y enriquecedor, ya que además me introdujo poco a poco en la comprensión de ese mercado.


La fuente del proyecto es el libro original, no habéis recurrido a las diferentes versiones cinematográficas. En este sentido, tanto los diseños de personajes como los escenarios tienen una personalidad única. ¿Nos puedes hablar un poco más sobre este proceso de diseño?
La ventaja que ofrece la obra de Baum es que no describe mucho a los personajes físicamente, así que deja mucho margen para interpretarlos a tu manera. Y eso me encantó desde el principio, porque al fin y al cabo solo podíamos aportar algo relativamente nuevo y original en lo visual. Tanto David como yo teníamos claro ese punto: queríamos alejarnos de las referencias existentes, pero no tanto como para no ser reconocibles como iconos, que es lo que son los personajes. Y teníamos opiniones parecidas sobre ciertos referentes, como por ejemplo Judy Garland, que a ninguno de los dos nos gustaba como Dorothy. Un ejemplo de la libertad que ofrece la obra de Baum es el tema del embudo en la cabeza del Hombre de Hojalata. Desde siempre se ha diseñado con ese embudo como icono del personaje, pero no aparece esa descripción en ninguna parte del libro, así que podía aprovechar ese “vacío” en la referencia original para hacer un diseño a mi manera. En cuanto al estilo en general, está muy influenciado por el cine de animación, que es uno de los sectores donde suelo trabajar, y aporta mucho dinamismo en los personajes, naturalidad en las poses, etc.


Siguiendo con esto, haciendo un repaso por tu trabajo, es asombrosa la manera en la que cambias tu registro en cada obra. No tienes un estilo único que repitas una y otra vez, sino que adaptas tus trazos a la personalidad de cada cómic. ¿Es complicada esa adaptación? ¿Cómo te preparas?
La respuesta corta es que me aburro de mí mismo. Es una combinación de muchas cosas: de admiración por la obra y la técnica de muchos autores, de no querer repetirme, de explorar y jugar con otras técnicas y de adaptarlas a una historia concreta. Es complicado el punto en el que llevas experimentando y jugando tanto que tienes que decidirte por una sola técnica para un libro y debes descartar las demás. Es ponerse límites a uno mismo, pero es necesario para cerrar una obra en la que vas a estar trabajando muchos meses. Normalmente, para cada libro hago decenas de diseños de un mismo personaje, llenando libretas a lápiz o guardando montones de archivos de prueba en digital hasta que doy con un diseño que se parezca a lo que tengo en mente. Son semanas de trabajo, en ocasiones meses, mientras trabajo en otros proyectos.


En otras entrevistas y artículos has mencionado que, en tu método de trabajo, no dibujas la página completa, sino que vas creando las viñetas de forma individual y componiendo luego con ellas a tu gusto. ¿Nos puedes explicar algo más sobre esta parte de tu método y de la composición?
En el caso de Oz el dibujo estaba hecho a mano con lápiz azul sobre papel, pero en vez de hacer una página completa lo que hacía era dibujar cada personaje y cada fondo por separado, de forma que luego tenía todas las piezas como un puzzle que organizaba digitalmente sobre la referencia del storyboard. Cuando tienes delante una viñeta del libro tienes que pensar que hay un dibujo independiente para cada elemento que sale en ella. No es el mejor sistema del mundo en cuanto a eficacia porque por ejemplo un personaje en primer plano puede acabar tapando un buen detalle del fondo que ya tienes dibujado, pero de esta forma me resultaba más cómodo hacer trazos más grandes y naturales que en una viñeta a tamaño convencional.


No queremos olvidarnos del color de El mago de oz, que juega un papel esencial, estético, pero también narrativo. ¿Cuál es tu acercamiento al trabajo de color?
De nuevo viene todo del sector del cine animado, de cómo se trabaja el color por secuencias para darle significado. Preparaba una especie de storyboard de color para que al abrir el libro de un vistazo pudieras reconocer diferentes ambientes, situaciones, localizaciones, etc. Y, en ocasiones, hasta preparaba el cambio de color dependiendo del giro de la página, de si el color viajaba de una página a otra o lo interrumpía el cambio de página. Creo que a estas alturas ya tenemos todos muy asumido el lenguaje del color en cuanto a las emociones que transmite. Es un recurso que se ha usado siempre en animación, así que lo apliqué de la misma forma porque me parecía muy práctico y efectivo.


Tu obra ha estado esencialmente ligada a la fantasía, tanto las historias que has realizado junto a otros escritores como Brigada, tu cómic autoeditado como autor completo. ¿Qué te atrae de la fantasía como género a través del cual contar tus historias?
Es mi terreno favorito, donde me encuentro más cómodo para narrar. Por mucho que piense en historias más realistas o de otro género, siempre quiero integrar algo irreal en esas historias, algo que no sepamos a ciencia cierta de donde proviene y que nos transmita una emoción, o que nos haga intuir que hay algo más que nos es familiar pero no entendemos del todo. Es un género que creo que admite muchas más libertades, y me preocupa trabajar en proyectos demasiado encorsetados en tópicos o cumplir expectativas solamente porque se supone que el género lo requiere. Estoy en esto para jugar y divertirme en el proceso, para sacar de mi cabeza las historias que se me acumulan dentro y que otros las disfruten a su manera. No entiendo otra forma de trabajar en cómic y espero que siga así muchos años.


El mago de Oz está disponible en vuestra librería favorita y en nuestra web.

Imagen: Página de Enrique Fernández para El mago de Oz.